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31 de enero de 2018. Estaba en el despacho sola, mis compañeros estaban en el Juzgado. Mi cabeza daba mil vueltas. A las 11.30 tome la decisión: me voy. Aun tuve que esperar un rato a que llegara mi jefe. Cuando cruzó la puerta le dije que quería hablar con él. Fuimos a la sala de juntas y le dije que me iba. Al principio se sorprendió, quiso saber si tenía otro trabajo. La respuesta era no. No se lo podía creer. Intentó hacerme cambiar de idea con la estrategia del miedo: <<te vas a morir de hambre si te vas>>. No le funcionó.
Era algo que llevaba pensando mucho tiempo. De hecho, ocurrió una situación personal grave y mi entorno profesional respondió de una manera que vamos a calificar de «falta de empatía». Esa fue la gota que colmó el vaso. Tenía una profesión que no me gusta (esto, era responsabilidad mía). Había recibido un trato inaceptable porque yo misma no me valoraba, por lo tanto, imposible que los demás me consideraran valiosa. Nuevamente era responsable. No podía prosperar profesionalmente, pero lo más importante, no era feliz.
Llevaba mucho tiempo esforzándome porque los demás cambiaran. Pero un día me di cuenta de que no funcionaba y, entonces me plantee cambiar yo, a ver que pasaba. Empecé trabajando con una coach maravillosa, Eva María Arrabal Martin, especialista en autoestima y mentalidad de abundancia. Era justo lo que necesitaba. Aprendí a abstraerme de la gente que me rodeaba, pero se trataba de un parche. La solución era salir de allí y empezar una nueva vida alineada con mis valores y mi valía, porque ahora si era consciente de cuánto valía.
Hoy hace dos años que deje mi trabajo
Comunicar mi salida fue una situación tensa. Tenía muchas cosas en mente pero decidí enfocarme en la raíz y dejar mis opiniones al margen. Dije que no me gustaba como se organizaba el trabajo y que la única forma de que estuvieran a mi gusto era irme y hacerlas a mi manera. Se quedaron muchas cosas dentro. Por fortuna no estaba sola. En ese momento tenía el apoyo de otro coach, Juanjo Serra, que me ayudó a deshacerme de todo lo negativo que tenía en mi interior para poder avanzar. Me llevo un tiempo, pero hice limpieza.
Por supuesto, a mi entonces jefe le costó aceptar la nueva situación. Me dijo <<Vete a casa y mañana…>>. No lo había entendido, ya no mandaba él, ahora, mandaba yo. Reconozco que su estrategia del miedo me hizo pasar un mal rato, pero me mantuve firme, me voy. Salir a la calle y que me diera el sol en la cara fue el principio de una nueva vida. Recuerdo que llamé por teléfono a dos amigos que me había apoyado incondicionalmente, durante mucho tiempo, para contarles que estaba fuera. Estaba eufórica. Empezaba una nueva vida.
Durante un mes me quedé trabajando en casa. Le avisé de un día para otro y le dí la oportunidad de tener tiempo para sustituirme adecuadamente. En mi casa era otra cosa. Sin embargo, yo tenía claro que no era mi camino, pero siendo sincera, hay que ganar dinero. En cuanto comuniqué a las empresas para las que había trabajado que me iba del despacho, llovieron los contratos. Ellos si me valoraban. Acepté.

Una nueva vida
La primera ventaja que noté fue que al no necesitar trasladarme a un despacho cada día, ganaba una hora. Saqué la cuenta y esto suponía que me correspondía una semana de vacaciones cada dos meses. No estaba mal, para empezar. Trabajando lo mismo que antes tenía más tiempo libre, bien. Además podía organizar el trabajo a mi manera, ¡por fin! No se trataba de trabajar menos sino de ser más eficiente. Tratándose de ejercer como abogada lo tenía claro. La cuestión, es que quería algo más para mi.
Empezó entonces una búsqueda personal. Decidir en que quería enfocarme profesionalmente. Comunicación y desarrollo personal. Eso era todo lo que sabía. Un buen comienzo diría yo. No se cómo llegue a donde estoy hoy por eso en mis conferencias suelo advertir que si quieres reinventarte profesionalmente y no sabes a qué quieres dedicarte, no soy tu persona. Lo cierto es que un día lo supe. Recordé que durante toda mi vida había sido capaz de ver el potencial de la gente y de contárselo de forma que les impulsaba a hacer algo.
A esto hay que unir mis aprendizajes personales de la mano del coaching y la PNL. Antes no lo he dicho pero también trabajé con el gabinete de Silvia Congost mis problemas de dependencia emocional y autoestima, fue una gran decisión. Precisamente estas sesiones tuvieron lugar justo antes de la decisión de irme. Mi autoestima mejoró lo suficiente para dar un salto al vacío. Hace poco Silvia estuvo en Málaga haciendo una conferencia y tuve la oportunidad de darle las gracias y de contarle que ahora, trabajaba con mujeres que querían aumentar su autoestima.
Así mismo, conté con la ayuda profesional de Fady Bujana. Sus conocimientos sobre la importancia de las relaciones personales fueron un empuje fundamental para que mi nueva vida fuera completa. No sólo de trabajo vivimos y a veces olvidamos lo importante que somos. Él me ayudó y apoyó mucho en esta etapa difícil, en la que la ansiedad era una constante.
Miedos y aprendizajes
Obviamente al principio, cuando dejas por fin tu trabajo, sientes una gran liberación. No era para mi, pero allí seguía, por eso cuando cierras la puerta te sientes de maravilla. Pero ahora empieza el reto. Ahora yo era la jefa, por lo tanto, y a falta de equipo, lo hacía todo. Lo primero fue estudiar, porque licenciada en derecho, no tenía mucha idea de negocios, a salvo de lo que había visto hacer mal en distintas ocasiones. Mi foco era aprender. No resultó fácil. Estudiar está en mi ADN. Preparé oposiciones a la carrera Judicial y Fiscal, así que no era un problema. ¿Entonces?
Estaba entrando en terreno desconocido: salía de mi zona de confort. Llevaba 8 años haciendo lo mismo y en total 20 años dedicada al mundo jurídico. De la noche a la mañana hay que convertirse en empresaria. Nada que ver. ¿Qué ocurrió? Que tuve miedo, miedo a hacer cosas nuevas, a equivocarme. No sabía por dónde empezar. Recuerdo que cuando trabajaba por cuenta ajena me quejaba de falta de tiempo. Salía de trabajar a las 18.00 y estudiaba hasta las 23.00. Era poco para mi, quería avanzar más rápido. Pero ahora que tenía tiempo hacía cualquier cosa menos estudiar. Tenía miedo.

Cuando me di cuente empecé a estudiar, a poner en práctica cosas y vino la incertidumbre y los malos ratos. Cada vez que me equivocaba me frustraba terriblemente. Primer reto, aprender a gestionar la desilusión y darme cuenta de que el error es el primer paso del éxito. Seis meses después, creé mi primer programa para aumentar la autoestima y me lance. Conseguí las dos primeras clientas. Más miedo, ¿y si no consiguen resultados? Decidí que si eso ocurría, seguiría trabajando gratuitamente con ellas hasta que ocurriera. No fue necesario, las dos lo consiguieron en el tiempo que había establecido.
El negocio está en marcha
En los siguientes meses seguí invirtiendo en formación y aprendiendo. Validé mi negocio al tener diez clientas que había conseguido resultados. Ahora he ampliado de nuevo mi zona de confort. El año pasado empecé a dar conferencias. Han sido un éxito. He colaborado con compañeros y en 2020 voy a participar en Eventos privados para emprendedores. También he comenzado con los Talleres. Adaptándome a la demanda algunos son online y otros presenciales. He empezado con un Taller Online que me encanta:
Diseña Tu 2020. Me encanta porque la fijación de metas es básica para conseguir resultados y ahora que lo se, las trabajo mucho y he puesto estos conocimientos al servicios de mis clientas. También se trabaja la gestión emocional, porque el taller te permite identificar tus miedos y aprender a pasar por encima de ellos. En la última sesión una clienta me mandó un email diciendo que tengo el don de transmitir energía, seguridad y confianza para rescatar lo mejor de las personas. Esta clienta lleva un año posponiendo una tarea fundamental para que su negocio avance y ahora tiene un plan de acción adaptado a ella.

El resto de talleres, de momento son presenciales.
He diseñado un Taller de Autoestima Profesional para Empresas y lo voy a a estrenar con una empresa malagueña de estética, que quiere dar un empujón profesional, sacando el potencial de sus propias empleadas. También he diseñado otro para mis compañeros del Colegio de Abogados de Torrox, que tendrá lugar el próximo 13 de febrero. Taller «Aumenta tus beneficios aprovechando el estrés». Voy a presentarlo también para profesionales de otros ramos y emprendedores porque el estrés es una de las epidemias de este siglo y tiene solución.
Como ves, no paro. En abril del año pasado creé un Podcast: Autoestima para el Liderazgo, que también tiene canal de Youtube porque a muchos les gusta ver las imágenes. Desde hace más de un año cuento con un grupo de Facebook que se llama Vence tus miedos y consigue tus metas. Tengo perfil en Facebook, Instagram, Linkedin….Me esfuerzo a tope, porque creo en mi. Trabajo con mucha ilusión, dando lo mejor de mí. Es cierto que hay que buscar clientes y que es más cómodo que tu jefe los busque por ti, pero la vida que tengo ahora es de otro mundo.
Ahora el camino no es más fácil pero si soy más feliz. Organizo mi tiempo, mis recursos, mis relaciones. Ahora viajo cuando quiero, leo cuando quiero y paro cuando quiero. Ser dueña de tu vida, no tiene precio aunque eso suponga hacer ciertos esfuerzos, porque la recompensa es mejor. Estoy muy satisfecha de la decisión que tomé.
He pasado por grandes obstáculos y he logrado superarlos. Cada vez me atrevo a más. Cada día me acerco más a mis objetivos. Muchos pensaban que no lo lograría, yo, no lo dudaba. Solo descubrí como hacerlo. Gracias por estos dos años, gracias por arriesgarme al tomar la decisión y gracias a todos lo que habéis compartido este tiempo conmigo. ¡Vamos a por más!
Predicando con el ejemplo.
Por eso eres tan buena en lo que haces y ayudas a tantas personas que de verdad les hace falta un empujón.
Me ha encantado tu historia.
Hay veces que hay que lanzarse al vacío para mejorar y tú lo hiciste.
Bravo!!