¿Cómo te sientes cuando te despiertas por la mañana? Si la respuesta es, sin ganas, quizá deberías plantearte qué sucede. Cuando tienes un trabajo que no te llena, o incluso que odias, te levantas así. Pero cuando estás haciendo lo que te apasiona, por mucho que te canses y que trabajes, es difícil quitarte la sonrisa.
Te gusta trabajar, te gusta hablar de tu trabajo y, sobre todo, te gusta ayudar a la gente a que su vida mejore con aquello que haces. La cuestión es que dar el paso da miedo, porque te falta confianza. Salir de la famosa zona de confort genera pánico. Pero una vez que lo haces y te encuentras de lleno en lo que te gusta, la sensación es espectacular.

No voy a decirte que sea fácil porque no lo es, pero ya sabes que las cosas que merecen la pena no lo son. Tener miedo es normal, no te pasa nada raro. De hecho tu cerebro esta diseñado para que tengas miedo porque es una forma de estar alerta y protegerte. Tu cerebro sólo quiere que sobrevivas, así que no le culpes. Pero hemos evolucionado y ya no hay mamuts a la vuelta de la esquina.
Por eso es importante que te des cuenta de que estás creando, de forma imaginaria, un problema. Tu cerebro no distingue entre realidad e imaginación (por eso se recomienda hacer afirmaciones). Un día empiezas a imaginar cosas terribles, que es posible, que nunca ocurran pero tu cabeza piensa que es una amenaza real. Las emociones negativas te comen. No se trata de una emoción, sino de un estado emocional, es decir, de una emoción negativa sostenida en el tiempo.
Déjame que te diga, que, o sales de ahí por propia voluntad, o la vida te saca con un guantazo de los que hacen época. Además esa situación lleva aparejadas enfermedades. Estás a tiempo de cambiar de vida, aunque dé miedo. Empieza por responder a la pregunta inicial y planterte otra más. Dentro de 10 añños, ¿Quieres seguir cómo estás ahora?
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