¿Cuántas veces has dejado de decir algo para evitar el rechazo? ¿Cuántas veces te has quedado en casa pensando que eres fea o estás gorda? Con esta actitud intentas protegerte, pero, en realidad, te rechazas tu misma para evitar que te rechacen los demás. ¿Eras consciente de que eres tu principal maltratadora? Seguramente, no.
Tranquila, que no eres la única. A mi también me pasó. Tus motivos están más que justificados. Cada vez que abres la boca sientes el desprecio de la gente. No te aceptan como eres y te sientes fatal. No entiendes por qué tienes que justificarte constantemente. Mi pregunta es, ¿Siempre? A lo mejor estás exagerando y algunas veces la gente no te desprecia. Ahora seguramente me dirás que eso sucede porque se trata de tu familia o tus amigos, pero que los desconocidos, te desprecian.
Cuando tienes miedo al rechazo, te rechazas tu
Así es. Te rechazan, pero como dice el título anterior, lo hacen porque primero lo has hecho tu. Piensas que no te van a aceptar porque no eres inteligente, o porque eres torpe. Puedes disfrazarlo como quieras pero el origen de todo, eres tu. La realidad es que todos somos torpes en algo, pero no todas las personas se definen por aquello que no saben hacer bien. Eso es un síntoma de autoestima baja.
Puedes empezar a definirte por aquello que te gusta de ti o que se te da bien. Hazlo una vez, y mira los resultados. Cuando te trates bien a ti misma los demás lo harán también. Lo mejor de todo es que no tienes que informarles. Automáticamente lo sabrán. Es algo que se transmite. Seguro que alguna vez te han presentado a una persona y has sentido que os conocíais de toda la vida, o al contrario, no querías tenerla cerca.

Deja de rechazarte
Así funcionamos. Nos guiamos por la energía que nos transmiten las personas que nos rodean. Por eso es importante lo que piensas de ti. No te digo que te engañes a ti misma, repitiéndote frases positivas. Se trata de que analices quién eres y seas capaz de reconocerte tus puntos fuertes. A partir de ahí, puedes coger fuerzas para hablar o salir, cuando antes eras incapaz. Ahora si puedes porque tu enfoque ha cambiado.
Ya no te fijas, solo, en aquellas áreas que puedes mejorar. Ahora, las tienes en cuenta cuando te planteas aprender y mejorar, pero eres consciente de que tienes cosas que son especiales y diferentes. Cosas que te convierten en alguien que merece la pena. Pero, ¿cómo lo hago? Es más sencillo de lo que piensas. El ejercicio consiste en que, si no eres capaz de reconocer en ti misma tus fortalezas preguntes.
Te va a sorprender lo que la gente piensa de ti. Probablemente, te recuerden cosas sobre ti que tenías olvidadas. Pero lo más importante es que vas a descubrir cosas, que tu creías que no tienen importancia, pero que la gente, a tu alrededor, valora muy positivamente. Este ejercicio es muy sencillo, pero empodera. A partir de ahí, ponte manos a la obra y haz tu propia lista. Después es fundamental tenerla presente. ¿A que puedes hacerlo? Prueba y me cuentas tus resultados.
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